ESTRATO SUPERIOR - IV

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Estrato Superior - IV
(La región oscura)

Hoy sí,
viajaré lejos en la región oscura.
Sin veriguenza, mi alma sediente
anhela la suma de tu ser
o quizás solo anhelo
estar cerca de tu calor.

No estoy tejando escenas
para arlequínes provinciales.
Mi alma bajo el marmol
que sobre ella descansa.

¿Qué miserie es la distancia?
Yo perdono la tierra
por su extensión que no permita
pasear y orar
por insectos muertos
y flores marchitadas.

Ah, dios, yo rechazo las distancias,
invisibles y artificiales,
creadas por convención
que complacen
conciencias endurecidas
como piel muerta.

Mientras tanto tu ser,
se rompe en pedazos
manteniendo el equilibrio
no se de que y porque.
¿Será quizás por este mismo mundo,
nuestro don, nuestra miseria?

Y tus manos y labios
condecorados en mi casa vacía,
quien sabe por cual dios arcaíco,
los tengo; tal vez para mantener el equilibrio,
hacerme complacido y aguantador
de este mundo donde la muerte
está elevada al altar
como su dios adorado,
donde matar es la visión suprema.
Mundo creado para albergar la mentira,
donde solo el idioma es heroína
lanzando golpes de defensa.


Soy sediente de tus aguas,
de tu espírito
que ni me rechaza ni me abre,
me tiene como estatua viva
en tu jardín.

Soy el extremista del todo o del nada,
llevado a la deriva
en eventos del misterio diario.
A nosotros nos queda
solamente la caminata
sobre una cuerda tensa -
una caida es la última.
Dime si tengo más
que mi ser para depositar
en nuestra alianza clandestina.

Nos urge reunirnos
antes de que nos acumulan los pecados
y entonces un espírito
que ocupa lechos abandonados
nos declara despilfarradores de riqueza,
imprudentes porque al venir
de eras arcaícas no hemos
logrados encontrarnos,
que nos equivocamos de juego,
y por tanto seremos
declarados vivos-muertos.

Hoy renuncio a mi poder,
soy el vagabundo de siempre.
Estar en tu cercania,
silencios, sin deseos y sueños,
es el pan pelado de la vida.

Pero que caida es el sol de hoy,
pálido es el verde de los bosques
y cáustico el aire.
Yo no sé donde estoy.
Mis pies están amarados con púas.
Mi pensamiento no es el mio
y el aire burla de mi.
Yo, el jactancioso, decía:
de nada tengo miedo.

Esperaré tus manos.
No soy ni inocente, ni pecador.
Iré al mercado y anunciaré mi dolor
y recibiré las piedras con mi cuerpo.
Te tendré protegida de fuego y balas,
de hombres y mujers noctambulando.


Anwar Al-Ghassani
Lunes, 2 de febrero del 2004