SIDDIQA AL-MULLAYA

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Siddiqa Al-Mullaya


Recursos frugales generan tu voz,
recipiente de tu tiempo de pesar y placer.
Tu voz hace fluir los sabores, fragancias,
cuerpos oscuros y calientes
delgados con su cabello negro mate.

Tu voz se mueve serenamente por las alturas,
Le hace señas a los viajeros
en los huertos de dátiles,
arriban a ciudades de ladrillos anaranjados,
exhibidas en tiendas saturadas
con olor a encurtidos y carne asada.

En la orilla opuesta del río
se vislumbran jinetes negros, errantes, alborotados
con ropa decorada de arquitectura suave.
Ellos son los deshechos de la memoria.
Quedan fuera de tu voz precisa como sobros.
Mientras, las palmas de dátiles
no se cansan de estar paradas en los huertos,
elevadas, monumentos económicos
de agua disfrazada, de materia gratis y viva.

Cuando cae la noche,
se dispara la última bala
para asustar a los fantasmas,
el Tigres y el Eufrates fluyen,
apacibles, lentos, balanceando
su carga de criaturas acuáticas.

Es entonces cuando por medio del agua
y la invisible experiencia,
obtenida de caras y movimientos,
posturas y cuentos sobre el enigma del destino,
emerge y se incrementa la sensibilidad
en los cuerpos de los niños dormidos.

Es entonces el momento para trazar tu voz
extendida a lo largo del paisaje,
cuando está regresando a su fuente.


* Siddiqa Al-Mullaya, una de las grandes cantantes populares iraquíes de la primera mitad del siglo veinte.

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Poeta: Anwar Al-Ghassani
Lugar donde se escribió el poema: Playa Hermosa, Costa Rica
Fecha: martes, 30 de marzo de 1999
Idioma original: inglés
Traducido por: Anwar Al-Ghassani
Revisión del español: Sofía Flores Solórzano